Caminando hacia el amanecer (fanfic de Naruto) [NaruHina]

Título: Caminando hacia el amanecer.
Autora: Evangeline Dark.
Serie: Naruto.
Géneros: Acción/Aventura, Romance, Fantasía, Misterio, algo de Drama y Humor.
Fiction rated: T.
Parejas: Naruto x Hinata, Itachi x Sakura, Gaara x OC, Shikamaru x Temari, Neji x Tenten, Sai x Ino, Kakashi x Kurenai, un leve Jiraiya x Tsunade y aún más leve Sasuke x Sakura.


Notas de la autora:

Bueno, ¿qué decir? Este fic lo llevo escribiendo desde hace un tiempo, y estoy a puntito de terminarlo...Aunque no es ninguna maravilla, espero que os guste n.n.


Capítulo I: Nubes rojas en un cielo negro.

Clack, clack, clack…

Ése era el ruido que hacían sus sandalias al golpear las baldosas negras; sin embargo, sólo era audible si uno tenía el oído muy fino. Recorrió el largo pasillo con parsimonia, sin ninguna prisa. Sabía que él no se enfadaría por ello; la soberana paciencia que poseía era una de sus características.

Alzó la vista del suelo, para observar si alguien venía tras ella. No era el caso. Se ciñó el sombrero de paja que ocultaba sus rasgos, y espolsó levemente sus ropajes negros adornados con nubes rojas.

Hacía sólo un mes que había entrado en la Organización Akatsuki, y ya se había acostumbrado al ritmo de trabajo que se llevaba allí. No era lo que se dijese un miembro de la élite: estaba al servicio como espía para uno de los “peces gordos” de aquel grupo. Sin embargo, era eficaz en su trabajo, y eso la hacía más importante que cualquiera de los otros mercenarios vulgares que pudiese haber; ya se había ganado la simpatía de sus superiores, gracias a su seriedad y su manera de trabajar eficaz y sin causar problemas.

Al llegar al final del pasillo, se volvió hacia la puerta que había a la derecha. Llamó con los nudillos, suavemente.

—Pasa –le apremió una voz conocida.

Sin dilación, ella obedeció.

La estancia era pequeña, y estaba escasamente decorada, apenas unos pocos muebles, pero eso sí, lujosos. En el centro del cuarto había una persona, vestida con el mismo uniforme que ella; no obstante, no llevaba el sombrero. Tenía cabellera negra y unos ojos rojos tan inquietantes que había pocos que se atreviesen a mirarlos directamente. Y ella no era una excepción.

Hizo una pequeña reverencia, evidentemente sin mirar a los ojos del poseedor del Mangekyou Sharingan.

—Itachi-sama –murmuró-. ¿Requiere de mis servicios?

—Así es –asintió él, sentándose en la silla-. Supongo que lo habrás oído: Suna Gakure es nuestro próximo objetivo.

—Sí, lo sé.

—Bien; tenemos que conocer el objetivo antes de atacarlo –hizo una pausa; ella sabía lo que le iba a pedir-. Aunque hace poco que está aquí, he de decir que haces bien tu trabajo. Tu misión consistirá en recopilar información sobre la villa, ¿encendido?

—Sí, Itachi-sama –asintió ella de nuevo.

—Saldrás mañana mismo. Yumiko te acompañará –informó el Uchiha-. No me falléis.

—Descuide; volveré con la información.

—Bien; retírate.

Haciendo una última reverencia, salió de la sala.

Reflexionó sobre la situación: una nueva misión, bastante fácil, la verdad. No es que le hiciese mucha gracia ir acompañada; en realidad ella prefería ir sola, se servía bien en solitario. Yumiko le caía bastante bien, desde luego, pero no quería encariñarse con nadie, ya que el índice de mortalidad de los miembros de Akatsuki era bastante alto. Bastantes de sus iniciales miembros habían muerto, aunque siempre eran sustituidos inmediatamente; al líder no parecía preocuparle mucho esto.

Lo cierto era que la Organización tenía cada vez más miembros y personas a su favor. Tras la alianza con Orochimaru, tenían poder sobre el País de Oto, y ya controlaban dos villas ocultas más, aparte de ésta: la de la Cascada y la de la Nube. Si todo seguía así, no tardarían en quedar todas bajo el control de la Organización que decía llamarse “Amanecer”.

El próximo objetivo era Suna Gakure, sólo un paso más en la lucha por vencer a Konoha Gakure, la villa más poderosa…y hacerse con el Kyuubi.

En realidad, ése era el principal objetivo. Poseyendo al Bijuu de nueve colas, el más poderoso de todos, serían prácticamente invencibles. Sin embargo, por lo que ella sabía, el portador de éste lo controlaba bastante bien; además, era poderoso y no sería fácil de vencer.

Se encogió de hombros. Los Bijuus no eran asunto suyo. Lo único que tenía que hacer era dar pie a la Organización para poder invadir Suna. Algo bastante incomprensible, en su opinión, ya que, aunque el país era bastante grande, la villa oculta no era lo que se pudiera decir muy poderosa. Además, lo más interesante de aquel lugar, el Ichibi, ya había sido extraído. No había nada de interés.

Pero sus razones tendrían.

En aquello pensaba, cuando se cruzó con un hombre con aspecto de tiburón, que llevaba una enorme espada vendada a la espalda. Se paró e inclinó la cabeza en señal de respeto.

—Kisame-sama –murmuró.

El mercenario la miró, emitió un gruñido y siguió caminando.

Bajo su sombrero, ella sonrió. Desde el comienzo, el renegado de la villa de Kiri le había tenido una profunda antipatía. Según palabras de él mismo, no la soportaba. A ella eso le importaba poco; incluso la divertía, pero se guardaba mucho de provocarlo. No le convenía tener enemigos dentro de la Organización, pues podrían machacarla sin más.

Se dirigió a su cuarto, también austeramente amueblado, y se tumbó en la cama. Cerró los ojos, y se relajó. La verdad era que últimamente estaba bastante cansada. Le habían encomendado varias misiones seguidas, y esto la había agotado. Y la prueba a la que los sometían a los aspirantes para entrar en la Organización…se estremeció. Nunca había pasado por nada tan duro como aquello. Prefería no recordarlo.

De todas formas, nada importaba. Aquel era su trabajo; iba a cumplirlo, costara lo que costara.



— ¿Preparada?

Alzó la cabeza y miró a quién le había preguntado aquello. Era una mujer, mayor que ella misma, que llevaba las mismas ropas de Akatsuki, pero el sombrero en la mano, lo que dejaba su rostro al descubierto: era una joven de ojos negros y cabellos castaños, cortos y rizados.

—Siempre –murmuró ella.

—Está bien; vamos allá.

En silencio, con rapidez y eficacia, se deslizaron por el páramo, cortando el viento con sus capas negras. Al poco tiempo, llegaron a un nuevo páramo, más desierto y desolado que el anterior…

El País del Viento.


N/A: Decidme qué tal está, y nos leemos en el siguiente n.n. ¡Gracias por leer!

PD: Aunque pueda parecerlo, la chica no es Sakura XD.

Bue, parece que no le gusta a nadie pero me da igual XD. Aquí tenéis el capu 2 n.n. Espero que os guste.

Capítulo II: Enfrentamiento en la arena.

Estaba estresado.

Era bastante evidente y comprensible. Después de quince años sin apenas descanso, parecía haber acumulado todo aquello. Y se sentía…como si tuviese un enorme peso sobre los hombros. Pero también como si sustituyera a otro, mucho más grande y pesado.

Pero se había dado cuenta de que el ritmo de vida que llevaba era imposible de seguir cargando. Aquel mismo día se había quedado dormido en una de las tantas reuniones que tenía al día. No podía con tanto trabajo: reuniones, papeleos, encargos de misión…

Suspiró, apesadumbrado. La villa, a pesar de estar mucho mejor que hacía unos cuantos años, seguía estando un tanto desprotegida. Y él no podía ser el único recurso que tuviese Suna Gakure para protegerse.

Pensando en aquel tema, había comenzado a formar ninjas de élite para que protegiesen la villa; a causa del anterior ataque, en el que habían muerto tantos ninja, hacían falta más que nunca. Pero aún así, no era suficiente.

En aquellas cosas pensaba mientras paseaba por la villa, tomándose un pequeño respiro de sus múltiples obligaciones. Observaba a la gente pasear, ir de compras, tomar refrescos, charlar, reír sin ninguna preocupación que nublase sus mentes. El nunca podría ser así…y después de tanto tiempo, sinceramente, tampoco quería serlo.

Alzó la vista para mirar al cielo, ya teñido de un tono rojizo, en cierta parte parecido a sus cabellos. Estaba atardeciendo. Pronto todos se marcharían a sus casas; él debería de hacer lo mismo.

Sin embargo, se detuvo. Sintió un escalofrío que le recorrió la espina dorsal. Aquella sensación la conocía…

¿Una genjutsu?

Paseó la mirada por la calle; apenas había unas diez personas. Detuvo sus ojos verde pálido en alguien que habría parecido inofensivo a ojos de otra persona, pero no a los suyos. Era una chica de unos doce años de edad, vestida de manera que no podía ver su rostro, que miraba escaparates con aire interesado…pero a él no lo engañaba. Aquel aspecto desarmado era una genjutsu. Se acercó a ella.

—Oye –dijo de malos modos.

La chica dio un salto, del susto que le dio.

— ¿Qué…qué pasa? –preguntó tímidamente.

— ¿Qué se supone que haces aquí?

—No sé a qué te…

Sin darle tiempo a reaccionar, alzando la mano, la atacó con su arena. Con una rapidez inusitada, ella lo esquivó y se echó hacia atrás, a la entrada de la villa. El la siguió, hasta darle alcance en el desierto…pero no le dio muy buena impresión. Tuvo el desagradable pensamiento de que ella había reducido la velocidad para que él pudiese atraparla.

—Vaya, te has dado cuenta… –murmuró la chica.

Formó un sello con la mano izquierda. Hubo una pequeña nube de humo blanco, y el aspecto le cambió. Llevaba las ropas propias de los miembros de la Organización Akatsuki (capa negra con nubes rojas), y un sombrero de paja con tiras de papel que le cubrían el rostro.

— ¿Akatsuki otra vez? ¿Qué queréis ahora?

—De ti, nada –dijo ella, con voz aburrida-. No nos interesas.

—Fuera de mi villa –exigió, con los dientes apretados.

Habría jurado que, bajo su sombrero, la joven sonreía divertida.

— ¿Y porqué habría de hacerte caso?

Sin una palabra, se puso en la posición de lucha.

—No me interesa pelear, niño… –dijo ella.

Haciendo caso omiso, le echó su arena encima. La Akatsuki esquivó la ráfaga por poco.

—…pero si me obligas, te mataré –terminó.

Se puso en posición de ataque. El joven pelirrojo sonrió con ironía. ¿Pensaba enfrentarse a él con las manos desnudas, sin un arma que la ayudara? Había que estar muy loca…

Sin una palabra, se lanzaron a atacarse. El le lanzó su arena, mientras que ella la esquivó dando una voltereta en el aire. El chico sonrió de nuevo, con mucha más ironía. De poco serviría aquel tipo de lucha contra la arena. Se la lanzó de nuevo, y la joven golpeó las partículas con las manos, en una forma bastante parecida a la lucha de golpes blandos.

Se quedó parado cuando vio que, al contacto con las manos de la joven, las partículas se congelaban.

Apretó los labios. Lo estaba subestimando...aquella “cosa”, fuese lo que fuese, no iba a poder con él. Por muy helada que estuviera, su arena era suya. Con una rápida ventisca de arena, la alcanzó. Ella tuvo el tiempo justo para apartarse…pero le voló el sombrero, y le hizo un corte en la mejilla.

—Hm…eres bueno….me has quitado el sombrero –dijo, sonriendo con ironía.

Era una chica de no más de veinte años de edad. Tenía los ojos verdes, muy intensos, de un color que recordaba a la hierba fresca. La piel también era clara, como si apenas viera el sol, y los cabellos eran de color castaño oscuro y recogidos en un moño; dos mechones caían por delante, y otro salía directamente del moño, cayendo por su espalda.

Sintió una extraña premonición. Estaba seguro de no haberla visto nunca antes…y sin embargo, algo en ella le resultaba remotamente familiar, como un recuerdo de hacía ya muchos, muchos años.

Sin embargo, no dejó que la incertidumbre se apoderara de él.

—Cállate y lucha –siseó él.

La joven se pasó el pulgar por la mejilla, recogiendo la sangre que le caía.

—Si lo que quieres es morir…adelante.

La chica puso echó las manos delante de su cuerpo para protegerse, y él se dispuso a lanzarle su arena una vez más…pero ella se detuvo y miró hacia el horizonte. El pelirrojo se volteó también. Por allí apareció una nueva figura, vestida del mismo modo que la chica.

— ¡Para ya de jugar con ese niño! –exclamó la recién llegada con desprecio-. ¡Itachi-sama nos requiere en su presencia!

—De acuerdo –repuso la otra con calma, recogiendo su sombrero del suelo y encasquetándoselo en la cabeza-. Vámonos.

— ¡Un momento! –exclamó él.

—No nos interesas, ya te lo he dicho –dijo la joven, mirándolo-. Sin embargo…creo que tendremos oportunidad de volver a vernos. Hasta entonces, Kazekage-sama…

Con una nube de humo, ambas desaparecieron.

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—Eh, Gaara, ¿dónde estab…? –comenzó a preguntar un chico vestido de negro y con el rostro pintado de morado.

Su hermano pequeño cortó la pregunta, pasando por delante de él como una ráfaga.

— ¿Dónde vas? –preguntó, desconcertado.

—La villa está en peligro –respondió el pelirrojo antes de entrar en su despacho.

El otro lo siguió.

— ¿Cómo que…?

—La Akatsuki está por aquí. Kankuro, quiero que envíes un mensaje a Konoha Gakure. Si vuelven a atacar, no estamos preparados para afrentarlo; necesitamos ayuda.

—De acuerdo –asintió el marionetista, para luego desaparecer.

El Kazekage se revolvió los cabellos, pensativo. Sólo faltaba aquello: más problemas, tanto para él como para la aldea.

¿Cuál debía de ser el objetivo de Akatsuki en aquella ocasión? El Shukaku ya no era cosa suya, así que sólo quedaba una opción.

La villa.

El país entero.

Notas:
Seh, es aburrido, lo sé XD. ¡Comentad, pliz!

no es aburrido XD

esta muy bien

pero ten cuidado no agas doble post!!
la proxima vez espera espera a que alguien postee ¿¿ok??

buen fic

Notas de la autora:

¡Owch! Sorry por el double post, no me dí cuenta; prometo que no volverá a pasar . En fin, igualmente aquí tenéis el tercer capi de este fic (que queda desfasado con el manga actual, pero es que data de principios de año XD).

Capítulo III: Los aliados de la Arena: los ninjas de la Hoja.

Corrió con rapidez. Al llegar a la puerta, se paró, resoplando. Llamó con los nudillos.

—Pasa –apremió una voz.

Sin más dilación, entró en la estancia. Era un despacho circular, con montones de papeles desperdigados por ahí. En la parte más al fondo, cerca de la ventana, había una mesa, tras la que había una mujer de aspecto joven, rubia, de ojos castaños y con una marca morada en la frente. La Quinta Hokage.

—Tsunade-sama, ha llegado un mensaje urgente desde Suna Gakure –avisó la mensajera, tendiéndoselo.

—Muy bien, gracias; puedes retirarte –agradeció la mujer, tomándolo.

Mientras la chica se retiraba, la Godaime abrió el mensaje. No era habitual recibir mensajes urgentes desde Suna Gakure, teniendo en cuenta lo calmado que era el Kage de aquella villa. Lo único que podía ser tan importante era…

Su expresión fue cambiando a medida que leía el mensaje. Lo dejó en la mesa, y se llevó las manos a la cabeza, masajeándola. Por supuesto, había sabido que iba a ocurrir algo así tarde o temprano. Sin embargo, los supuestos planes de Akatsuki le parecían un tanto precipitados…

Tomó una decisión. Sólo se podía hacer una cosa.

— ¡Shizune! –llamó.

Casi al instante, apareció en la puerta del despacho una chica de cabello oscuro y ojos de color café.

—Sí, Tsunade-sama.

—Dile a Kakashi que avise a su equipo. Tengo una misión para ellos…

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Tres jóvenes caminaban hacia la torre donde se hospedaba la Hokage: uno era rubio, con ojos azules y que andaba quejándose a voz en grito; la chica era una joven de cabellos rosados y ojos verdes que regañaba a éste; y el último era un chico moreno, pálido y serio, que llevaba un cuaderno de dibujo bajo el brazo y que parecía algo molesto, quizás no tanto por el comportamiento de sus compañeros como porque lo hubiesen importunado mientras dibujaba a su modelo preferida.

Evidentemente, no eran otros que Naruto, Sakura y Sai.

— ¿Qué querrá ahora la abuela Tsunade? –preguntó el rubio, con las manos en la nuca-. Espero que sea una misión importante, porque si no…

— ¡Cállate, Naruto! –exclamó la pelirrosa-. ¡Sus razones tendrá!

—Mira que sois escandalosos… –suspiró el moreno, que muy a su pesar se había tenido que acostumbrar a ello.

Y así siguieron peleando, hasta que llegaron al despacho de la Hokage. Sakura fue a llamar a la puerta, pero el chico rubio entró sin miramientos.

—¡¡Hola, abuela Tsunade!! ¿¡Qué tipo de misión nos vas a dar hoy!? –gritó escandalosamente, como era su costumbre.

—¡¡No me digas abuela!! –exigió la rubia; calmándose, se dispuso a comunicar la misión-. Nos ha llegado un mensaje desde Suna Gakure. Según parece, la Organización Akatsuki vuelve a rondar por allí.

Los tres jóvenes se sobresaltaron.

—Pero… ¡Si Shukaku ya no está allí! ¡Ellos…! –comenzó a decir Sakura.

La Hokage levantó una mano para hacer que se callara.

—Desde luego; y eso nos hace pensar que, esta vez, su objetivo es otro…por ejemplo la villa –insinuó la Sannin.

— ¿La villa…? –preguntó en un susurro Sai, pensativo.

—Exacto; vosotros sabéis mejor que nadie que Akatsuki es cada vez más poderosa. Su objetivo es controlar el mundo…aparte de los Bijuus –añadió, mirando a Naruto-. Parece ser que el mismo Kazekage tuvo un encuentro con un par de miembros de la Organización, y no estaban interesados en él. La única opción que queda…

Dejó la frase incompleta, pero todos imaginaban la respuesta.

—Está bien; vámonos ya –dijo el rubio, muy serio.

—De acuerdo; tenéis que entregarle este mensaje al Kazekage, y después ayudarle con lo que le indico en él, ¿vale?

— ¡Sí, Tsunade-sama! –respondieron con aplomo los tres ninjas.

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El viaje fue corto.

A pesar de la inmensa distancia que separaba Konoha de Suna, los tres eran ninjas, después de todo. Y, al ser una misión con tal importancia, volaron más que corrieron, en un intento por llegar lo antes posible a su destino, sabiendo de la urgencia del mensaje.

Desde luego, les salió bastante bien: en unas pocas horas, estaban llegando ya a la villa de la Arena, donde a la entrada dos personas los estaban esperando: un chico vestido de negro que portaba un bulto vendado a la espala y tenía la cara pintada de morado, como si fuese un actor de kabuki; el otro vestía de blanco, era pelirrojo y tenía los ojos verde pálido cercados por unas ojeras, quizá menos pronunciadas que antaño, pero igualmente exageradas.

—Bienvenidos a Suna –los saludó éste último.

—¡¡Eeeeeh, no hay porqué ser tan educados!! ¡¡Estamos entre amigos!! –gritó el rubio.

—Veo que sigues siendo tan cabeza hueca como siempre –dijo el de negro-. No cambiarás…

—Ya basta, Kankuro –repuso el Kazekage-. No ofendas a nuestros invitados.

—De acuerdo…

— ¡Bah, no te preocupes, Gaara! ¡Este tío pardo no puede ofenderme! –se jactó el portador del Kyuubi.

— ¡Repite eso!

— ¡Dejadlo ya! –protestó Sakura; señaló al moreno, que estaba a su lado sin decir nada-. El es Sai; es nuestro compañero de equipo.

—Mucho gusto en conoceros –dijo el chico, inclinándose levemente.

—Igualmente –repuso el pelirrojo-. Vayamos dentro.

Los tres jóvenes de Konoha caminaron siguiéndolos.

—Las cosas se están poniendo muy feas… –comentó la chica de pelo rosa.

—Y que lo digas –concedió el marionetista-. Fue una suerte que Gaara pillara a esas malditas Akatsuki.

— ¡Ah! ¡Así que ahora hay chicas entre los Akatsuki! –dijo el rubio.

—Sí…pero no por eso hay que ser condescendiente –le advirtió el Kage, sabiendo de las debilidades del chico.

—Je, je, je…tienes razón –Naruto se llevó las manos a la nuca, como era su gesto habitual.

— ¡Naruto, eres un imbécil! –la pelirrosa le dio un capón.

—Sakura-chan…me has hecho daño… –lloriqueó el ninja.

Sai sonrió levemente, ya acostumbrado a las trifulcas amistosas de aquellos dos. Kankuro se rió, pero las risas del chico fueron ahogadas por otras más fuertes: cuando un grupito de chicas jóvenes pasó por su lado, miraron de reojo al chico pelirrojo y rieron tontamente. Naruto le dio un codazo a éste.

—Parece que eres bastante popular, ¿eh? –rió.

—Cállate. No me interesa –dijo el otro, tomando un leve color rojizo en las mejillas.

—Ja, mucho mejor, hermanito: déjamelas todas a mí –rió el marionetista.

— ¿Cómo podéis pensar en esas frivolidades ahora? –se horrorizó Sakura-. ¡Ahora, que Akatsuki está rondando por aquí!

—Mira quién habla; la obsesionada de…

—Ya no tiene nada que ver –zanjó ella.

—Dejad estos temas, por favor –pidió el Kazekage-, y pasemos a lo verdaderamente importante.

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—El mensaje es éste –dijo Naruto, entregándoselo.

Gaara lo cogió, y sin una palabra comenzó a leerlo. Aunque los demás no podían leer su contenido, veían claramente que el rostro del joven se ensombrecía cada vez más. Finalmente, suspiró, dejando el rollo sobre la mesa.

—Bien; vuestra Hokage está de acuerdo conmigo en que, si Akatsuki nos ataca, no tenemos ninguna posibilidad de vencer; no ahora –explicó-. Por eso, nos ofrece asilo en vuestra villa, a todos los habitantes de Suna Gakure.

—Vamos, que nos traslademos… –Kankuro suspiró-. ¿Y cómo demonios nos las vamos a arreglar para que no se enteren esos asquerosos?

—Moviéndonos por la noche –dijo muy acertadamente Sai-. En las sombras, es mucho más fácil no ser detectado…

—Bien –dijo el Kazekage, levantándose-. Tengo que comunicarlo. Mientras tanto, id ayudando en lo que podáis.

Se marchó, dejando a los cuatro solos en la estancia.

—Ha cambiado –dijo Naruto, con las manos en la nuca como siempre.

—Gracias a ti –repuso el hermano mayor del chico.

—No es para tanto…

Moviendo la cabeza, como diciendo “lo que tú digas”, el chico de negro salió también del cuarto. Los demás lo siguieron.

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Los dos siguientes días fueron de infarto.

Moviéndose de aquí para allá, ayudando en todo lo que podían y arreglando papeles que servirían, identificando a los habitantes de la villa para que ningún intruso se les colara… Apenas pudieron dormir, y no hubo casi ningún descanso.

Sin embargo, todos sus esfuerzos dieron su fruto. La noche del segundo día, en silencio y acompañados sólo por la oscuridad, se pusieron en marcha.

Notas finales:

¿Un mensajito para que no me vuelva a pasar lo mismo XD? ¡Saludos!

hola
muy buen fic
me gustan muchisimo tus historias

saludoss :afro:

buen capitulo!



espero el sigiente

si nosotros esperamos con muchas ganas el nuevo capitulo
suerte con tus fic Evangeline_Dark por sierto me gustan muchisimo tus fic cuidate

Notas de la autora:

¡Heyyyy! Como tengo dos lectores, subo dos capis…que no, que es broma XD. Los subo juntos porque el cuarto es como un poco corto ^^U (al igual que haré con el siete y el ocho). Espero que os guste n.n.

Capítulo IV: El vengador.

Oscuridad.

Eso era lo que predominaba en los pasillos de la base de Akatsuki. Sin embargo, a él le daba igual; estaba acostumbrado a vivir en las sombras, desde hacía muchos años.

Ahora mismo, estaba a punto de entrar en una importante reunión de la Organización, en la que estarían presentes sus miembros más importantes. Después de haberse asentado en Suna Gakure, que para su sorpresa habían encontrado desierta, la invasión de Konoha era sólo cuestión de poco tiempo.

Una sombra caminaba por el pasillo también, sólo que en dirección contraria a él. Sin mucho interés, lo miró cuando pasó por su lado.

Sus ojos rojos se abrieron ligeramente, estando él sorprendido, al ver a su hermano pequeño.

Las miradas de los dos Uchiha se cruzaron. La fuerza de los ojos del poseedor del Mangekyou Sharingan era mayor, desde luego…pero no pudo dejar de notar que la de su hermano pequeño había aumentado notablemente.

Por lo que él sabía, llevaba tres años al servicio de Orochimaru, siendo entrenado por éste. Y parecía haber obtenido unos resultados excelentes. No le extrañaría que acabase dominando el Mangekyou Sharingan, aunque quizás no estaría dispuesto a pagar el precio que costaba adquirir dicha habilidad.

Pero algo dentro de los ojos oscuros de Sasuke decía que haría cualquier cosa con tal de matarlo.

Retiró la vista, haciendo como si no lo hubiese visto, y continuó su camino. Aquel era un asunto que no le convenía solucionar ahora; si mataba a su hermano pequeño, Orochimaru se pondría en contra de Akatsuki…y en aquellos precisos momentos, no valía la pena.

Al llegar a la puerta negra que era su destino, entró sin ni siquiera llamar, con su calma habitual; después de todo, era uno de los tipos principales de aquella organización.

Se sentó en el lugar que le correspondía: entre Kisame y Deidara. Miró a su alrededor; habían varios puestos vacantes que aún no habían sido ocupados. Sin embargo, en una de las esquinas de la mesa, fue capaz de vislumbrar a Orochimaru.

—Bien; comencemos con lo que nos trae aquí.

El que había hablado era un hombre vestido con el típico atuendo de Akatsuki, con la cara cubierta por el sombrero, aunque éste dejaba entrever algunos mechones de cabello naranja.

Era el líder de la Organización Akatsuki.

—Suna Gakure es nuestra –dijo éste-. Eso pone al País del Viento prácticamente en nuestras manos. Supongo que sabéis que es lo siguiente…

Hubo varios murmullos de asentimiento. No obstante, fue el Sannin el que habló más claramente.

—Konoha Gakure…y el Kyuubi –al decir esto último, los ojos amarillos del hombre brillaron con una cierta crueldad.

El líder asintió.

—Exacto; por supuesto, antes de atacar directamente, hemos de vigilarlos y establecer una pauta de ataque. No podemos permitirnos más bajas, sobretodo después de las últimas decepciones que tuvimos.

De nuevo, un murmullo de asentimiento.

Los últimos tres que habían llegado ocupando los puestos vacantes habían sido, tristemente para la Organización, menos fuertes que sus miembros iniciales. Sin embargo, como siempre, el líder veía la parte buena del caso: de aquella manera, los enemigos pensarían que habían bajado el nivel…y cuando los atacaran violentamente, se llevarían una buena sorpresa…

Para sorpresa de todos, el Uchiha se puso en pie.

—Solicito ser yo el que lleve a cabo la misión –dijo con firmeza-. Quiero ser yo el que espíe en Konoha.

El líder ladeó la cabeza, supuestamente mirándole con atención.

—Konoha Gakure es tu antigua aldea. ¿Crees que es prudente que vayas allí?

—Puede que no –reconoció Itachi-. Pero quiero hacerlo.

El hombre de pelo anaranjado asintió.

—Como quieras –asintió-. Pero ten cuidado.

—De acuerdo; no fallaré.

La reunión se disolvió, y cada uno se fue por su lado, como siempre.

Itachi, por su parte, marchó hacia su cuarto, cogiendo las pocas cosas que necesitaba, y pensando en su encuentro con su hermano pequeño.

Desde luego, estaba mucho más fuerte que antaño… pero aún era incapaz de derrotarlo, eso estaba claro. Aún faltaba mucho para que llegase a su nivel. Sin embargo…

¿Realmente era Sasuke consciente de cuales eran los planes de Orochimaru para con él? No creía que, por muchas ansias de venganza que tuviera, se arriesgara a convertirse en el contenedor del Sannin. Rápidamente dedujo que el chico no sabía nada de eso.

Sonrió con crueldad. Estúpido hermano menor. Seguía ganándose ése apelativo.

Seguía siendo igual de estúpido.



Capítulo V: Esos ojos rojos.


La tensión era evidente.

Hacía sólo una semana escasa que había ocurrido aquel repentino traslado. La gente de Suna estaba más que nerviosa, y eso había contagiado a los de Konoha; la mayoría de las personas prefería ignorarlo, pero era evidente que Akatsuki iba a atacar.

La Hokage había reforzado el sello que protegía la aldea, y además, le había revelado una cosa: la acogida de Suna no era por casualidad. Juntas, la Arena y la Hoja serían mucho más fuertes…quizás incluso más que la Organización.

Suspiró, mirando el cielo estrellado. Lo cierto era que ella se sentía mucho más pesimista. No sabía porqué, pero tenía un mal presentimiento…el presentimiento de que iba a ocurrir algo importante.

Aquello le impedía incluso dormir normalmente. Por eso se hallaba allí ahora, sentada enfrente de la ventana de su habitación, mirando al cielo, con la ligera brisa revolviéndole los cabellos rosados.

Sonrió. Ahora los llevaba un poco más largos; a la altura de los hombros. Y no ya porque quizás a cierta persona le gustaban las chicas con el pelo largo. Simplemente, porque a ella misma le gustaba más.

Se agarró un mechón y lo miró, pensativa. Realmente, había oído que a Sasuke le gustaban las chicas con el pelo largo…pero no de su propia boca. Es más, nunca había notado que se fijara en ninguna chica de ésa manera.

Lo echaba de menos, desde luego. Pero se alegraba de haber madurado, de dejar de ser una niña que quería conseguir un juguete a toda costa. Eso sí, haría cualquier cosa por traerlo de vuelta; después de todo, era su amigo.

Por eso, cuando vio una elegante figura que saltaba por los tejados de Konoha, y que esa figura tenía cabellos oscuros y los ojos rojizos, se le aceleró el corazón.

¿Era posible que fuese…?

Sin pensarlo demasiado, saltó por la ventana y echó a saltar ella también por los tejados de la aldea, persiguiéndole. Dudó que él no se hubiese dado cuenta, pero le daba lo mismo.

Lo vio, parado en aquel mirador, desde donde se podía ver la ciudad entera de Konoha. Se acercó, dudosa.

—Sa… ¿Sasuke-kun? –preguntó, temblorosa.

La figura se volteó, y la miró con aquellos ojos rojos.

—No…pero casi.

La joven Haruno dio un paso atrás, intimidada. ¿Cómo había sido tan tonta? ¿Cómo había podido confundir a Sasuke con…?

—Itachi… –murmuró.

El Akatsuki la miró; parecía divertido.

—Me confundiste con mi hermano, ¿eh? Bueno, decían que nos parecíamos…aunque yo discrepo…

Volvió a dirigir la mirada hacia el paisaje de la villa. La chica se quedó parada en el sitio, sin saber muy bien qué hacer; por un lado, había algo que le decía que se marchara de allí corriendo…pero, por el otro, había algo en el joven que la fascinaba y le impedía apartar la vista de él.

—Sakura te llamas, creo recordar… –murmuró él.

—Eh…sí –respondió ella, sorprendida de que recordase su nombre.

— ¿No te marchas?

— ¿No vas a matarme?

—Contesta tú primero –dijo el Akatsuki, mirándola de nuevo, con aquellos ojos que hacían estremecer a cualquiera.

—Pues…debería –respondió ella, apartando la vista-. Pero… –sacudió la cabeza-. No sé…

Se quedaron en silencio unos segundos.

— ¿Y tú? ¿Vas a matarme? –preguntó Sakura, vacilante.

El moreno ladeó la cabeza y la miró con fijeza.

—No me traería ningún beneficio. Es más, se enterarían de que estoy aquí.

— ¿Qué te hace pensar que yo no diré nada?

Sorprendido, el Uchiha volvió a clavar su mirada en ella, haciendo que se estremeciera.

— ¿Te atreverás a decirlo?

—Contesta tú primero –dijo ella, mordaz.

De nuevo, el joven pareció sorprendido por su atrevimiento. E incluso esbozó una pequeña sonrisa, que hizo que la chica se sonrojase.

—Lo que me hace pensarlo es…que no sé si correrías el riesgo de que te mate por hablar sobre mí.

Había sido una amenaza. Sin embargo, el tono de su voz había sido tranquilo, sin variación alguna.

—Pues… –no encontró nada que decir.

De nuevo, hubo un silencio en el que la Haruno no supo si huir o quedarse con él.

— ¿Porqué me has seguido? ¿Creíste que era mi hermano…?

—Sí…yo…

—Ajá…ya veo –los ojos rojos del joven la miraban escrutadoramente, haciendo que se estremeciera; parecía que estuviese adivinando sus secretos más escondidos-. Tú le perseguías, ¿eh? A todos lados, dondequiera que fuese…pero él no te hacía caso.

De nuevo, la de cabellos rosados dio un paso atrás. ¿Cómo podía Itachi saber todo aquello? ¿Acaso su Sharingan le permitía ver dentro de su muerte?

—Fuiste tonta…persiguiéndole a todos lados, cuando a él no le importabas…

— ¡Te equivocas! –gritó, sin poderlo evitar-. ¡Es cierto que él no me quería como yo lo hacía, pero no es cierto que no le importáramos!

Calló cuando el joven clavó su mirada en la de ella con más intensidad. Se estremeció al ver aquellos ojos rojos…

— ¿Y acaso tú le querías? ¿Estás segura de que no le idealizaste, te imaginaste que era de una manera, cuando en realidad no sabías nada de él?

La pelirrosa se tapó los oídos; no quería escuchar sus palabras crueles. El chico sonrió levemente, de nuevo.

— ¿Crees que, si le hubieseis importado, se habría ido de esta forma?

Aún teniendo los oídos tapados, las palabras del moreno se introducían en su mente y la martilleaban con insistencia. Y le horrorizaba comprobar que algo había de razón en lo que le decía.

—Creo que…tuvo sus buenas razones… –replicó, sin estar segura de lo que decía.

—Sí, matarme a mí; él eligió la muerte a la amistad, que según creo es algo bastante importante en vuestra sociedad. Estúpido, ¿verdad?

La mano de la Haruno salió disparada hacia la mejilla del joven, pero éste la agarró fuertemente de la muñeca antes de que la rozara siquiera.

—No me provoques…Sakura –susurró-. A no ser que quieras que me enfade…

La joven se sonrojó. Al cogerla de la muñeca, el Uchiha se había quedado muy cerca de ella…demasiado. El pareció notar su apuro y sonrió, algo maliciosamente.

— ¿Te pongo nerviosa? –susurró.

¿A qué demonios estaba jugando? ¡Claro que la ponía nerviosa! Tan cerca…

—…claro que… –murmuró.

Itachi se acercaba cada vez más a ella. La chica estaba paralizada, y su corazón latía desaforado. El Akatsuki, consciente de ello, sonrió con malicia, mientras se acercaba a ella…para terminar con sus labios muy cerca de su oreja.

— ¿Qué piensas? ¿Aún quieres ese amor superficial? –susurró el criminal.

— ¿Qué…?

Con un elegante movimiento, el joven se echó hacia atrás y, dirigiéndole una última sonrisa, desapareció con una nube de humo, dejándola sola y confusa.

Notas finales:

Y ahí han ido. Sigh, mi primer ItaSaku…joder, qué mal que escribía XD. En fin, todo mejora :P. Pos nada, dejadme ni que sea un mísero post pa que no tenga que hacer yo doble ^^U. Y el siguiente es…¡NaruHina!

¡Besitos (sobretodo pa elena y x.uchiha.itaxi, que son quienes leen y me lo comunican n.n)!

PD: Sigo diciéndolo...escribí esto hace muchos meses, así que no cuadra con lo que va ahora de manga ^^U.

que pedaso de historia me ha gustado muchisimo
tus historias me hacen
muchos saludos
espero que sigas asi de creativa con tus historias

a tu fic le pongo un 10

Notas de la autora:

Nada, lo mismo que en mi otro fic: siento haber tardado tanto en ponerlo. Supongo que de ahora en adelante no tardaré tanto...como tengo los siguientes caps ya listos (no digo cuántos son, que os asustaréis XD).

Capítulo VI: Amistad.

La hierba crujía al ser pisada por los dos pares de pies que se deslizaban sobre ella. Ambos ninjas procuraban hacer el menor ruido posible, sabiendo que a la luz del sol eran más fácilmente detectados. Hasta que uno de ellos tropezó con una raíz y fue directo al suelo.

—¡¡Ayyyyy, maldita…!! –protestó el joven rubio desde el suelo.

—Naruto, ¿estás bien? –le preguntó la chica de cabellos azulados y ojos blancos que le acompañaba.

—Sí, sí, no te preocupes, Hinata –le dijo, levantándose y dirigiéndole una enorme sonrisa.

La chica le devolvió la sonrisa, y ambos se pusieron en camino, continuando con su misión.

La verdad es que, desde su vuelta, se habían hecho muy amigos. Al Uzumaki la chica Hyuuga le caía bien desde siempre, pues aunque era un poco rarita era una de las pocas personas que era amable con él en todo Konoha. Pero la timidez de la chica había impedido que fuesen más amigos.

Sin embargo, no sabía qué le había pasado mientras él estaba de entrenamiento con Jiraiya, pero se había vuelto más decidida. Continuaba siendo una chica tímida y dulce, desde luego, pero era más fuerte y algo más lanzada que antes. El rubio se había sorprendido mucho cuando ella misma se acercó a saludarlo después de su vuelta.

Sonrió al fijarse en el cuello de la chica. Ahora, en vez del protector de Konoha llevaba una cinta de terciopelo blanco, que él le había regalado con sus escasos ahorros para su decimosexto cumpleaños. La verdad era que había pasado muchísima vergüenza cuando se lo había dado; qué regalo tan pobretón, enfrente de los que le podría hacer una familia como la suya. Sin embargo, ella lo había agradecido entusiasmada y la llevaba siempre; había colocado su protector en la cintura.

De repente, se acordó de un tema que quería comentarle.

— ¿Sabes…? Sakura-chan ha estado muy rara desde el otro día…me preocupa –le comentó el chico en voz baja.

— ¿A qué te refieres con “rara”?

—Pues… –se rascó la cabeza-. Ya sabes, está como ausente, y el otro día estaba mirando al infinito, y ni siquiera se enteró cuando la abuela Tsunade le pegó cuatro gritos.

Hinata rió suavemente. El chico se la quedó mirando, desconcertado.

— ¿Qué tiene tanta gracia? –preguntó, sin entender nada.

—Nada, nada –dijo ella, aún con una sonrisita-. Que yo creo que lo que le pasa es que se ha enamorado.

Naruto se sonrojó un poco.

—Ah…ya entiendo… ¿Y de quién?

—No lo sé.

Quedando ahora en silencio, siguieron oteando los alrededores de Konoha, en previsión por si aparecía alguna figura sospechosa.

Vagamente, Sakura había informado de que había visto a algún miembro de Akatsuki por allí cerca, así que se había reforzado la vigilancia, además del sello que protegía la villa. Y curiosamente, a pesar de no estar en el mismo equipo, los dos habían sido enviados juntos. Personalmente, al Uzumaki le agradaba bastante la idea, ya que también le agradaba estar con Hinata.

La Hyuuga era una chica muy simpática, y sin darse cuenta, había comenzado a tener por supuesto que la tendría siempre a su lado…aún cuando probablemente esos eran sus deseos.

Captó un movimiento a su izquierda, entre unos matorrales. Miró a la chica, quien asintió dándole a entender que lo había notado también. Sin hacer ruido, ambos shinobi se acercaron. Su sorpresa fue mayúscula al ver a una persona con ropajes de Akatsuki que oteaba la villa de Konoha sin quitar ojo.

Ese fue su error. El rubio cayó sobre él, pateándolo e inmovilizándolo, seguido de la Hyuuga.

— ¿Quién eres? ¿Qué demonios hacéis los de Akatsuki por aquí?

Los ojos del espía brillaron.

— ¿Porqué habría de decirte nada? –preguntó con impertinencia.

—Porque sino… –comenzó a amenazar Naruto.

Los ojos del hombre volvieron a brillar, y su boca se curvó en una torcida sonrisa. En un instante confuso, de la boca del espía comenzó a manar sangre a chorros. El rubio lo zarandeó.

— ¡Eh, oye! ¡¡OYE!!

—Se ha suicidado –le dijo Hinata, algo acobardada.

—Mierda –murmuró, soltándolo y dejando que cayera al suelo-. Qué asco…

—Será mejor que avisemos a Godaime-sama –dijo la Hyuuga.

—Sí… –aceptó él, algo apagado.

Dejando el cuerpo del hombre escondido detrás de unos matorrales (ya se encargarían los del ANBU de cogerlo y hacer lo que tuviesen que hacer) se dirigieron a toda prisa hacia la torre de la Hokage. Cuando mencionaron el tema que los llevaba allí, los dejaron pasar sin más explicaciones.

—¡¡Eh, abuela Tsunade!! –exclamó el rubio sin miramientos.

—¡¡NO ME DIGAS ABUELA!! –le gritó ella, dándole tal puñetazo que lo tiró contra la pared.

—Tsunade-hime, encontramos un espía de Akatsuki rondando la villa –le explicó la Hyuuga-. Tratamos de interrogarlo pero se mordió la lengua para suicidarse.

La mujer rubia suspiró.

—Bien…podéis marcharos a casa. Enviaré a los del ANBU.

—De acuerdo, Tsunade-hime.

Tras hacer una pequeña reverencia y que Hinata ayudara a Naruto a levantarse del suelo, los dos ninja marcharon.

— ¿Quieres que vayamos a comer algo? –propuso el Uzumaki.

—Eh…de acuerdo… –aceptó ella, ruborizándose ligeramente.

Juntos se encaminaron hacia la tienda de Ichiraku, hablando sobre la situación que se vivía en Konoha aquellos días.

“Lástima que tengamos que hablar de esto en vez de cosas más normales…”, se lamentó mentalmente Naruto.

Lo cierto era que desde que había comenzado su amistad con la Hyuuga deseaba que se hubiesen encontrado en una situación más pacífica y así poder hacer cosas juntos más a menudo: llevarla a comer por ahí, pasear por la villa…¿qué sabía él?

No tenía demasiados reparos en reconocerse a sí mismo lo que sentía por ella. Sin embargo, era bastante reacio a decírselo a la chica. Ya llegaría el momento, aquel no era ni remotamente el más adecuado.

Al llegar al puesto de ramen, vieron con sorpresa que no eran los únicos que habían decidido ir en aquel día.

— ¡Ey! ¿Qué tal? –los saludó un chico de cabellos castaños y mirada de aburrido que estaba acompañado por una chica rubia de extraño peinado.

—Shikamaru-kun, Temari-san –devolvió el saludo la Hyuuga.

— ¡Eeeeh! ¿Estáis en una cita? –preguntó Naruto travieso, sentándose al lado del Nara y siendo seguido por Hinata.

— ¿Y vosotros? –contraatacó Temari sin piedad.

—Te...Temari-san…No es eso… –dijo la chica de ojos blancos, recuperando su tartamudeo y sonrojándose.

—Eh, que venimos de una misión… –comenzó a explicar el rubio.

— ¿De la de reconocimiento? –preguntó el Nara, súbitamente serio.

—Sí… –asintió el Uzumaki.

— ¿Qué va a ser? –preguntó Teuchi, el dueño de la tienda, acercándose a ellos.

— ¡Un tazón especial! –pidió el rubio emocionado.

—Un plato sencillo –dijo la chica de cabellos azulados.

— ¡Enseguida va! –exclamó Ayame, la ayudante del puesto.

—Pues… –comenzó Naruto, retomando el hilo de la conversación-. Había un tipo de la Akatsuki. Lo pillamos, pero se mató antes de que pudiésemos hacer nada.

Los jóvenes suspiraron.

—Esto va a ir cada vez a peor –murmuró Temari, que ya se hallaba bastante afectada por lo que había pasado con Suna.

—Venga, no es para tanto; seguro que se arregla todo enseguida –dijo el rubio, sin creerse lo que él mismo decía.

Los demás lo miraron con incredulidad.

—Venga ya… –bufó Shikamaru.

—Haced el favor de cambiar de tema, por favor –suplicó Hinata-. Me está entrando dolor de estómago.

Nunca más de acuerdo, los cuatro jóvenes ninja se apresuraron a cambiar de tema, hablando de cualquier cosa que no fuese la Organización y sus planes.

Sin embargo, era imposible ignorar el ennegrecido cielo que se cernía cada vez más en torno a Konoha Gakure.


¿Un comentario para que no haga doble post XD?

buen fic
continualo...


salu2

Esta muy bien, me gusta mucho porqué el NaruHina es mi pareja favorita :D continua.

Salu2

hey ni-chan esta muy bueno tu fic deberias a dedicarte de escritor :D